Un artista en nuestras aulas

“El profeta y la nada”, tríptico, acrílico/lienzo, 200×600 cm., 2017. (Fotografía: José Garrido Lapeña)

Entrevisté a Javier Joven, un pintor que imparte clases aquí, en el colegio Romareda. Le entrevisté en la sala junto al aula de plástica. Lo escogí a él porque me parecía una buena manera de conocerle mejor y también ver como lidia con sus problemas, o cómo ve su trabajo, tanto como artista como profesor. Me pareció interesante el tema de que tuviese dos trabajos y mediante esta entrevista he podido ver que tenía las ideas muy claras y sabía qué debía responder en cada momento, escogiendo las palabras delicadamente. Además resulta increíble la cantidad de anécdotas que puede contar, ya sea de su niñez o de su juventud.

Empecé preguntándole qué es lo que cree sobre la situación actual del mundo del arte en general. Javier opinó que cada vez hay más interés y lo argumentó diciendo que vivimos en una época privilegiada, donde el mundo del arte realmente capta el interés de la gente, pero depende de los países, las sociedades concretas, los planes de educación… También ve que, en concreto en España, hay bastante desconocimiento, sobretodo del arte contemporáneo, que falta implicación de las instituciones para favorecerlo. Desde luego, los países que toman conciencia de lo importante que es la cultura y el arte e invierten dinero en ese mundo, realmente recogen muchos beneficios después. Pero España no se ha enterado de esto todavía, opina Javier Joven.

“Grito hueco”, óleo sobre madera, 200×80 cm. (Fotografía: José Garrido Lapeña)

Reconoce, entre risas, que desde que tiene uso de razón ha estado dibujando. Era un niño muy introspectivo, siempre pensando en su mundo interior y sus fantasías. Recuerda estar dibujando en clase constantemente. Incluso tuvo un hito en su historia: se dio un golpe en la cabeza y tuvo que estar ingresado en el hospital, mientras estuvo ingresado tenía todavía más tiempo para dibujar. Incluso su familia le dice en broma que desde que se dio ese golpe en la cabeza, la creatividad afloró en él.

A la pregunta de cuál fue su motivo principal para dedicarse a la pintura, y si su familia lo apoyó, contestó que desde pequeño ha tenido una «consciencia poética de la realidad». Cuenta que es un poco difícil de explicar, pero desde pequeño ha vivido y ha sentido todo de una manera muy intensa y de forma interior. El arte le ayuda a conectar con esa manera de ver la realidad, porque necesita contarlo. Además, su entorno familiar fue tan importante que fue su familia y un profesor de filosofía los que hicieron que fuera a estudiar bellas artes a Valencia, porque él estaba muy apegado a su entorno.

Cuando le pregunté si alguna vez se había bloqueado, o si sabe a qué se debe, o qué es lo que siente cuando ocurre, él contestó que sí. Cuando él era más joven, tenía más inexperiencia, sobretodo con los retratos. Incluso recuerda como una anécdota divertida, agredir un cuadro con el pincel, de la frustración de no poder hacer una cara. Piensa que se debió a la falta de paciencia, a la inexperiencia. De hecho, ha tenido cuadros que tuvo que repintar por completo de blanco, después de llevar semanas trabajando. Le ocurrió también en una exposición en la que había trabajado por meses, pero se dio cuenta de que no funcionaba bien. Ha lidiado con muchos fracasos personales: su taller está lleno de cuadros que no supo terminar. Por otro lado, muchas veces, cuando haces algo bueno, a continuación viene una serie de fases de bloqueo, porque no sabes si vas a estar a la altura de tu propio cuadro, pero todos esos pequeños fracasos te llevan a hacer cuadros buenos, porque vas cogiendo aciertos de unos y de otros y los vas mezclando, explica Javier.

Siguiendo con la pregunta de si espera que algún día, sus cuadros, puedan adquirir el valor de los grandes artistas, respondió que sí, cualquier pintor ha soñado con eso, aunque lo ve como eso, como un sueño. De todas formas no es lo que más me preocupa, cuando pinta un cuadro le preocupa que tenga un valor artístico. Se «pica» con Velázquez, con Caravaggio, Rembrandt… como si los conociera y estuviera retándose con ellos. Evidentemente siempre sale perdiendo, pero su propósito es hacer algo grande artísticamente, como han hecho ellos. El valor económico de una obra de arte «es una especulación, hay obras muy malas que valen mucho y obras muy buenas que valen poco», justifica Javier.

De hecho, sus cuadros ya están en colecciones de museos, por ejemplo el museo IAACC Pablo Serrano, tiene cuadros suyos y de vez en cuando los sacan. (…)

Javier comenta que hasta ahora ha sido de los pintores que planifican su cuadro antes de pintarlo, y solamente en su última exposición, que hizo en el museo IAACC Pablo Serrano, había dos piezas concretas en las que se dejó llevar completamente, sin idea previa. De hecho, ha empezado a trabajar en esa línea y ahora está en un punto donde quiere mezclar las dos cosas, donde haya espontaneidad y planificación.

Confiesa que si tiene que nombrar a algún pintor por encima de todos diría Velázquez y Vermeer, esos serían para él Pintores, con mayúscula. Uno de sus cuadros favoritos sería El pintor en su estudio de Vermeer, un autorretrato en el que Vermeer está de espaldas al espectador y es uno de sus cuadros más famosos. Si tiene que hablar de pintores contemporáneos le gusta tanto el hiperrealismo como la abstracción. Diría Chuck Close, un pintor hiperrealista de retrato, y Cy Twombly, un pintor de abstracción que le encanta, «es espectacular», si ves sus cuadros son manchurrones infantiles y le parece «fascinante».

Cuando le pregunté si se inspiraba en otros artistas y si creía si otros artistas se inspiran en él, contesto que él sin duda se inspira en otros artistas, pero que se inspiren en él, no lo sabe. Al principio se inspiraba en el arte pop de los 60, después con el hiperrealismo de los 70… hoy en día se va nutriendo de todo un poco para hacer una mezcla, de los pintores posmodernos y cada vez más de los performers, de la fotografía, del cine incluso. Un referente indiscutible para él es, Luis Buñuel, el director de cine: encuentra que tiene una sintonía con él en su trabajo, pero Luis hacía películas y Javier hace pintura, aunque conecta con su surrealismo, su manera de percibir las cosas…

Explica que hasta hace poco el estilo con el que se siente más cómodo es con el realismo y el hiperrealismo, pero cada vez se abre más a otros estilos, últimamente ha practicado la abstracción en muchas de sus formas. Cree que cuando era joven tenía menos información, estaba cerrado al realismo y cuanto más se informó, leyó y descubrió, se abrió a otros estilos no tan precisos.

A la pregunta de si cree que cuesta llegar a un punto estable, económico y mental, mediante el mundo del arte afirmó que cuesta muchísimo, porque cuando uno está encerrado en un estudio dedicado a una labor artística, además de que es muy improductiva desde un punto de vista económico, puede volverse algo loco, explica entre risas Javier. Tienes que tener muy claro que eres un buen artista y pase lo que pase vas a seguir ahí,  pero a pesar de todo, aunque él sepa que es un pintor de verdad, la gente no tiene por qué saberlo o apreciarlo, entonces llega a un punto en el que necesitas esa estabilidad económica. Desde luego lo que le ha dado esa estabilidad económica ha sido dar clases, no la pintura. No le ha ido mal, pero a pesar de todo, el mundo de la pintura, o el del arte en general, económicamente es un desastre.

Le cuesta decidir entre si le resulta más difícil ser pintor o profesor, argumenta que profesor, porque, aunque las dos cosas sean difíciles, siendo pintor tiene que lidiar consigo mismo, mientras que siendo profesor tienes que lidiar con muchas personas, y para él eso ha sido una prueba absolutamente vital de paciencia y autosuperación. Nunca fue una persona paciente, si uno se encierra en sí mismo dedicando todo a sí mismo, no trabaja esa paciencia, con lo cual, paradójicamente, ser profesor le ha ayudado a adquirir esa paciencia y ser mejor pintor, porque ambas facetas se alimentan mutuamente. Claramente, ser pintor es indispensable para que sea profesor. Además, cuando haces tus proyectos y ves que obtienes una sonrisa, una aceptación, eso te llena por dentro y alimenta tu autoestima. Siendo artista, también tienes que luchar con el ego, tienes que tener claro que no haces esto para conseguir un aplauso.

Cuando le pregunté si se sentía cómodo con su trabajo como profesor, confesó que a veces es muy crítico consigo mismo y muchas veces, cuando se le agota la paciencia, se enfada, se disgusta. (…) Además, ser pintor no le cuesta, pero ser profesor le requiere un esfuerzo y al mismo tiempo es «peor profesor que pintor». Antes, Javier era mucho más estricto de lo que es ahora y cree que con los años va mejorando. Crece en paciencia, en metodología, se organiza mejor, de alguna manera gestiona mejor todo. «Cuando te enfrentas a una clase, con diferentes alumnos y alumnas es complicado hacerlo bien», a él le ha costado aprenderlo, pero, poco a poco lo va consiguiendo. Lo que hace sirve de algo, porque algún alumno ahora en la universidad, le ha dicho que le ha resultado inspirador y hace poco, cuando se encontró a un ex-alumno, le hizo muy feliz que le dijera que, gracias al proyecto de fin de grado que había hecho con él, hizo un cambio de rumbo vital y estaba desarrollando una empresa creativa (…).

Javier afirma que prácticamente ahora no tiene tiempo libre, sobretodo desde que ha sido padre. Opina que si la paternidad es corresponsable con tu pareja, da mucho trabajo. El único tiempo libre que tiene, o se lo dedica a su hijo (que sigue siendo tiempo libre porque él ha sido el que ha elegido estar con él) o, si tiene un hueco, pinta, para hacer así algo productivo. El tiempo libre que siempre tiene «es el que tenemos todos después de trabajar y de cenar», si ha acostado al niño pronto, explica entre risas.

Le gusta su trabajo, porque para eso lo hace, es como el político que se vota a sí mismo porque cree en su programa. Cree que lo que hace tiene un fin y él lo defiende. Desde luego todo lo que hace, lo hace con una intención comunicativa, no simplemente por hacer o pintar por pintar. De hecho, todas sus exposiciones son muy improductivas desde el punto de vista económico, porque casi nunca gana dinero con ellas: gana flujo comunicativo, consigue dar mensajes y eso lo nota. Por ahí tiene una vía de expresión que para él es lo que da sentido al arte.

 

Aquí doy por finalizada la entrevista, agradezco a María José Lera, que me permitió salir de su clase de francés para hacerla. Agradezco también a Javier Joven, que hizo un hueco en su ocupada agenda y respondió a todas mis preguntas con interés y seriedad.

Lucía Soro 3ºESO C